Una pregunta incómoda, pero necesaria.
La mayoría de las personas no está preparada para enfrentar una pérdida repentina de ingresos, una avería importante, o un gasto médico inesperado.
Sin embargo, estos eventos no avisan.
Sencillamente, llegan.
Y cuando lo hacen, pueden generar un impacto devastador si no contamos con un fondo de emergencia.
Establecer un fondo de emergencia no es solo una recomendación financiera: es un acto de responsabilidad personal y familiar.
La regla general es ahorrar entre tres y seis meses de tus gastos básicos.
¿Por qué ese rango?
Porque es lo mínimo que necesitas para poder sostener tu vida sin recurrir a deudas o sacrificar tu bienestar en situaciones críticas.
Este fondo debe estar disponible (en una cuenta accesible, pero separada del gasto diario) y protegido (no invertido en activos de riesgo).
No es un dinero para caprichos ni inversiones.
Es tu red de seguridad.
La tranquilidad que brinda tener un fondo de emergencia es difícil de describir, pero fácil de comprobar.
Te permite tomar decisiones desde la calma y no desde el miedo.
Evita que tengas que pedir préstamos urgentes o liquidar inversiones en mal momento.
Te da tiempo para adaptarte, buscar soluciones y seguir adelante con dignidad.
Por el contrario, no contar con un fondo puede empujarte a un círculo vicioso de endeudamiento, estrés y vulnerabilidad.
Muchas personas lo descubren tarde, cuando ya están en medio de la tormenta.
Construir tu fondo de emergencia es una prioridad, no una opción.
No esperes a necesitarlo para empezar a tomarlo en serio.
Porque cuando se trata de imprevistos, lo único seguro es que llegarán.
Y lo que hoy te parece improbable, mañana puede ser tu realidad.
¿Ya empezaste a construir el tuyo?
Si no sabes por dónde empezar a construir tu fondo de emergencia, quizá una Mentoría financiera es un primer paso en la buena dirección.
No es solo cuanto ingresamos, es más como gestionamos nuestros ingresos, no crees?