Es una de las preguntas más frecuentes sobre finanzas personales cuando empezamos a tomar en serio nuestras finanzas personales.
En mi opinión al menos el 10%.
Y aunque ese número puede parecer pequeño, representa mucho más de lo que muchas personas logran guardar mes a mes.
Otra recomendación muy citada es la regla 50/30/20:
50% para necesidades básicas (alquiler, comida, transporte).
30% para deseos y estilo de vida.
20% destinado al ahorro y al pago de deudas.
Sin embargo, más allá de la regla o el porcentaje exacto, lo esencial es tener un hábito constante de ahorro, porque el ahorro no se trata solo de guardar dinero, sino de construir libertad, tranquilidad y oportunidades.
¿Por qué ahorrar?
Porque los imprevistos llegan. Porque los sueños cuestan.
Porque la jubilación no se construye sola. Porque depender solo del presente es jugar con fuego financiero.
Y porque, si no lo haces tú por ti, nadie más lo hará.
¿Qué pasa si no ahorras?
Vivir al límite.
Sentir ansiedad cada vez que surge un gasto inesperado.
Perder oportunidades por no tener un colchón económico.
Y, lo más peligroso: acostumbrarte a una falsa sensación de seguridad que puede desmoronarse en cualquier momento.
El ahorro no es una opción exclusiva para quienes tienen “dinero de sobra”.
Es un compromiso con uno mismo.
Empieza con lo que puedas: 5%, 2%, incluso 1%.
Lo importante es empezar.
Porque no se trata de cantidad, sino de constancia.
No ahorrar es una decisión que siempre pasa factura.
A veces no hoy, pero sí mañana.
Por eso, haz del ahorro una prioridad, no una opción.
Tu yo del futuro te lo agradecerá.
Quizá no necesites ganar más, sino aprender a gestionar mejor lo que ya ganas.