El gran legado que podemos dejarle a nuestros hijos no es un coche, una casa o una cuenta bancaria.
Es educación financiera.
Hablar de dinero con ellos no les quita inocencia.
Les da herramientas, claridad, confianza.
Cuando les explicamos por qué ahorramos, por qué posponemos una compra, o por qué elegimos invertir en algo, les estamos enseñando algo mucho más grande: cómo tomar decisiones.
Y, lo más importante, los estamos haciendo parte del equipo.
En una familia donde se habla de dinero, los hijos aprenden que el esfuerzo tiene valor.
Que el dinero no es infinito, ni automático.
Que ahorrar no es castigo, sino elección.
Que gastar bien también es parte de vivir bien.
No hace falta hacer una “clase formal”.
Basta con involucrarlos en pequeñas decisiones: elegir juntos entre dos planes de fin de semana, revisar cuánto cuesta la lista del súper, o contarles qué significa ahorrar para unas vacaciones.
Esto es parte de la herencia que transmitiremos a nuestros hijos.
Debemos romper el ciclo del silencio financiero y sembrar conciencia en casa.
Hoy son niños que preguntan, mañana serán adultos que sabrán cómo gestionar su propio dinero.
P.D. Por eso mi Mentoría financiera está pensada para jóvenes y mayores.
Hablar de dinero con los hijos no les quita inocencia, sino que les da herramientas para tomar mejores decisiones y entender el valor del esfuerzo.
Involucrarlos en pequeñas decisiones financieras cotidianas es una forma poderosa de educarlos y dejarles una herencia de conciencia y responsabilidad económica.