Aprendiendo a reconocer nuestras fortalezas.
Hace un tiempo, durante una conversación, surgió esta historia que nunca olvidé.
Va de un burro, un burro de cuatro patas, al que se le intentaba motivar para saltar una valla.
A pesar de todos los esfuerzos, el pobre animal nunca lo lograba.
Quizás a base de gritos, incentivos y recompensas lo conseguirá.
Lo llevaban a entrenar con otros animales, pero la valla seguía siendo un reto insuperable.
Dónde está el problema?
Su genética simplemente no está preparada para eso.
Lo que este ejemplo me enseñó, y lo que a veces olvidamos como seres humanos, es que no importa cuánto queramos o tratemos de cambiar algo que no está en nuestra naturaleza, siempre habrá límites que no podremos superar.
Y es que el burro, en vez de saltar vallas, tiene una habilidad innata para recorrer grandes distancias, cargar peso y adaptarse a terrenos difíciles.
Su verdadera virtud no está en saltar obstáculos, sino en lo que puede hacer con su fuerza y resistencia.
Este concepto se puede aplicar perfectamente a nuestra vida profesional y personal.
Cada uno de nosotros tenemos habilidades únicas.
Sin embargo, a veces caemos en la trampa de centrarnos en lo que no sabemos hacer o en lo que otros esperan de nosotros.
Y así, como el burro intentando saltar una valla, nos agotamos sin conseguir resultados.
A lo largo de mi carrera, he tenido que aprender a identificar mis fortalezas, y también a reconocer mis limitaciones.
El éxito no radica en imitar a otros o forzarse en áreas donde no tenemos la destreza natural.
El verdadero éxito viene de aprovechar lo que ya somos buenos, lo que nos apasiona y en lo que podemos brillar.
Cuando empecé a invertir en proyectos que verdaderamente entendía, donde mis conocimientos y experiencia me permitían tomar decisiones conscientes.
Aunque al principio, algunas voces me decían que estaba arriesgando demasiado, pronto me di cuenta de que, en lugar de seguir a los demás, había identificado mi "valla" y la había evitado.
Al centrarme en lo que sabía hacer bien, logré no solo alcanzar el éxito, sino disfrutar del proceso.
Hoy, en mi camino, trato de seguir esa lección: no perder tiempo en saltar vallas que no están dentro de mis habilidades.
En su lugar, prefiero identificar mis virtudes, desarrollarlas y aprovecharlas.
Todos tenemos algo que nos hace únicos.
Si logramos verlo y aceptarlo, estaremos mucho más cerca del éxito que buscamos.
Así que, la próxima vez que sientas que estás luchando contra una valla, recuerda al burro.
El verdadero éxito está en conocer lo que realmente somos buenos y poner ahí el foco.
Ya tienes claro cuáles son tus fortalezas?